La vida del viajero es agotadora. Consigue días libres para llenarlos de millas, elige un destino de entre tus sueños, haz magia con el presupuesto, encuentra un ferry con horarios adecuados, consigue que la moto esté en perfectas condiciones, no olvides el traje de lluvia en verano, no te dejes los guantes de verano en invierno… piérdete en un país cualquiera, déjate engañar lo justo en la frontera o en el mercado, logra un alojamiento digno, consigue comida cuando tengas hambre, gasolina cuando la moto vaya ligera, dobla bien el dichoso mapa, acuérdate de dónde guardaste tu camiseta favorita… ten paciencia con ese compañero que se retrasa, sonríe a los lugareños, sé un caballero con las lugareñas, charla con moteros de otras banderas, sé un piratilla con las lugareñas…
Y el cargador del móvil, y el cargador de la cámara de fotos, y el cargador del mp3, y el cargador y el cargador y la maleta de los cargadores.
Guarda tus recuerdos, compra recuerdos; lleva regalos. Llama a casa, manda un mensaje a aquella chica, escribe en el blog, haz fotos, haz fotos, haz fotos, escribe en tu cuaderno de bitácora. Si eres creyente, reza, si eres supersticioso cuida de la pata de conejo.
Conduce con cuidado. Y si estás cansado, conduce con cuidado. Y si estás contento, conduce con cuidado. Y si el paisaje te vuelve loco, conduce con cuidado. Y si llueve, nieva, hace viento o hace calor… conduce con cuidado, conduce con cuidado y conduce con cuidado.
Controla el aceite, revisa la presión de los neumáticos, échale un ojo a los frenos, mima tu moto para que siga sin quejarse. Estudia la ruta del día siguiente, no olvides el día de vuelta ni los kilómetros que te faltan. Ten un rato diario para recordar a tu familia, para sentir a los amigos que no han venido, para disfrutar del viaje realizado, para disfrutar del viaje a realizar…
Una de las grandes motoviajeras que hay en España responde al nombre de Beatriz Regueira. Entre sus virtudes están la de fotografiar lo que nadie ve, la de narrar con maestría lo que todos ven. Cuando uno termina de leer las crónicas de sus viajes cree estar bajándose de la moto, como si también hubiera estado allí. Fue ella, Beatriz, la que en la crónica de un viaje a Eslovenia que disfrutó el año pasado, hablaba de “Il dolce far niente”… de la dulce ociosidad, de halagar los sentidos sin hacer nada, distrayendo el espíritu, dedicándose a la vida contemplativa.
Y es que es cierto que, en los viajes, entre tanto trajín, siempre conviene encontrar unos minutos de relajo, un rato sin obligaciones, un momento en el que la presión se disipe, un paréntesis en el que lo agradable, lo interesante, lo dulce sea… no hacer nada. Nada.
Simplemente mirar, contemplar, sentir, estar… o a veces ni eso.
Y es que la vida del viajero es agotadora. Eso sí, bendito agotamiento.
Que flojo eres, haces un viajecito y dices que estás agotado....;-)
ResponderEliminarBendito agotamiento!
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