Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

lunes, 24 de mayo de 2010

El mejor consejo

Hace ya algún tiempo, antes de cruzar la frontera de Marruecos, alguno de mis grandes Maestros me dio un consejo: tardes lo que tardes, te digan lo que te digan, tengas razón o no la tengas… no te muestres nunca serio ni enfadado… ¡SONRÍE!
Y con el tiempo he descubierto que es un gran consejo.






Por el simple hecho de arrancar tu moto, sonríe.
Por llevar tus maletas llenas de sueños, sonríe.
Por volver con los bolsillos llenos de recuerdos, sonríe.

Si en una frontera te marean de ventanilla en ventanilla, sonríe.
Si te lías con el cambio de moneda, sonríe.
Si has perdido regateando, sonríe también.

Si yendo de viaje hace frío o calor, llueve o hace sol… sonríe, sonríe o sonríe





Si el GPS y el mapa “están equivocados”, sonríe.
Si la gasolina en Bulgaria es muy cara, sonríe.
Si estás disfrutando un millón de curvas en la costa dálmata, sonríe.
Si has conseguido llegar al barco… sonríe también.


Y si no encuentras hotel, si no te gusta la comida, si la policía te mira mal… sonríe, sonríe y sonríe.





Si te queda más de una semana de viaje, sonríe,
Si allí al fondo se ve Asia, sonríe
Si cuando vuelves tienes más amigos que antes de partir, sonríe.
Si has descubierto que aquel no lo era tanto, sonríe también.

Y si te cruzas con una ragazza, ¿sonríe?
Si su novio no te sonríe, sonríele tú a él.

Pero… ¡ten cuidado con las sonrisas!.
Hay una que a mí… me costó una Isla



viernes, 14 de mayo de 2010

La ragazza y el calentón







Esto te lo cuento sólo a ti:
Una ragazza es una ragazza. No vale con que una chica guapa haya nacido en Italia, no. Para que sea considerada ragazza además de haber nacido en Italia, debe tener el estilo de Sofía Loren. Debe lucir ropa ceñida, pero no demasiado atrevida. Generoso escote pero no excesivamente provocativo. Tímida y pícara. Que lo sepas.






Aquella tarde había 29º en Roma. El tráfico era un continuo atasco. Llevaba un rato perdido en el Trastévere y la temperatura de la moto se estaba disparando por minutos.
Finalmente decidí que era mejor que moto y motero descansáramos un rato.
Y allí perdido, me encontró.
Aquella ragazza se acercó tímidamente, con un casco de moto en la mano y me confesó que tenía un problema.
- Con semejantes ojazos y ¿tienes un problema? (pensé y callé)
El destino había querido que se quedara sin gasolina…
Sonreí y le dije que no se preocupara, que el depósito de mi moto era más grande que ningún otro.
Claro que no disponía de un macarrón para extraer algún litro y poder hacer de buen samaritano…
- No te preocupes, me dijo, si tienes alguna moneda compro la gasolina.
- Ah, no te preocupes tú, contesté, como tienes casco te llevo en mi moto a por la gasolina.
Me volvió a pedir las monedas y caí en que, por mucha ragazza que fuera, esta mujer tenía gasolina de sobra, sólo quería algo de dinero para vaya vd a saber qué.
Vio que yo no soltaba la guita y sonriendo dio media vuelta, me guiñó un ojo y se despidió.

Y, sorprendido, me tomé un helado para seguir haciendo tiempo, pues mi moto seguía con su calentón…



domingo, 9 de mayo de 2010

Charly´s road

Desde la habitación de un albergue cualquiera, con vistas al hermoso lago Iseo







Las hay de todo tipo: rápidas, lentas, cerradas, abiertas, peligrosas, ciegas, bien asfaltadas, bacheadas, peraltadas, contraperaltadas, sobre puentes, por debajo de viaductos… todas las curvas que puedas imaginar están en Charly´s road.





Durante más de 600 kms discurre dibujando la costa dálmata. La vista continua sobre el mar Adriático es un lujo; la aparición ininterrumpida de cientos de islas le confiere un ambiente mágico… hay islas grandes, pequeñas, verdes, marrones, pobladas, desiertas… hay tantas que, casi, parecen la otra orilla de un gigantesco lago.








En tantos kilómetros dio tiempo a conducir con lluvia (me encanta), con granizo, con calor, con la puesta de sol… todo un muestrario de situaciones moteras.

Y cruzo una frontera y luego otra y luego otra…

Y el tubo de escape de mi moto iba alegre cantando al aire cada vez que yo reducía una marcha. O cada vez que aceleraba.


Mientras yo silbaba aquello de “en moto voy, en moto vengo, por el camino yo me entretengo”

Y sonrío. Y creo que soy el motero más feliz del planeta, con mis maletas, con mi ansiada e interminable carretera de la costa







Y de vez en cuando imagino que Charly pasaba por ahí hace unos meses… y le saludo con ráfagas cada vez que nos cruzamos.



Y dudo. Dudo porque he enfilado al revés esta carretera; la que lleva a Sydney… ¿y si doy la vuelta?



Llego a Rijeka, esto se acaba. Me pongo de pie en la moto, sonrío y toco la bocina. Mi corazón da saltos de alegría.



Gracias Charly. ¿Cómo iba yo a saber que la carretera de mi vuelta a casa era la carretera que lleva a Sydney?

Te debo una.












Gracias por leerme ;-)


Nota: dedicado al loco que un día arrancó su moto en Madrid y no paró hasta llegar a Sydney, desde donde me advirtió que no me perdiera esta carretera.



http://www.sinewan.com/






jueves, 6 de mayo de 2010

El olor de la lluvia en primavera



Cuando mi moto me adentró en Bulgaria todavía podía sentir el bullicio de Estambul, sus callejuelas, su gente, su cielo “amezquitado”, su olor…
Y uno siente desolación al cruzar la frontera. Los pueblos son grises, vacíos, sin vida… fábricas abandonadas, cristales rotos, hierros oxidados…
El cielo, por primera vez desde hace 6000 kms, también es gris… hace frío.
Los coches son antiguos, las carreteras están parcheadas, los edificios agrietados.



Con tal variedad de tonos grises comienza a llover. Primeras gotas del viaje.

El campo está verde.
Me encuentro un anciano y me saluda. Y otro y otro.
Me adelanta un motero y celebra mi viaje. Y otro y otro.
Me cruzo con un coche y la conductora me sonríe. Y otra y otra.
La gente es amable en Bulgaria, mucho. A pesar de las penurias.
Y sigue lloviendo.

El campo comienza a desprender olor a mojado… ese olor a lluvia en primavera.
Bulgaria, un país tan gris, a pesar de todo, huele a primavera.
Tal vez por la lluvia, tal vez por su gente.
Tal vez.

lunes, 3 de mayo de 2010

HELLAS





Grecia me ha acogido bien.
¿Será porque había soñado 100 veces que desembarcaba en Igoumenitsa...?
Será
¿Será porque no imaginaba un país tan motero... carreteras secundarias, montañas a doquier, curvas, curvas, curvas...?
Será
Por sus puentes, por sus islas, por sus mares, por sus barcos...





¿Tal vez porque he estado en lugares mitológicos, porque he visto el monte Olimpo, porque me he quedado sin palabras por la carretera que lleva a Delphos...?
Tal vez
¿O porque creía estar circulando entre unicornios, ninfas y ammazonas...?






¿Por la magia de un país a caballo entre Turquía e Italia?
¿Por un idioma que no hay quien entienda y sin embargo me entiendo con todos?

Será porque si los dioses eligieron esta tierra no iba yo a decir lo contrario.


Sin duda, volveré