Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Cuatro faros


De entre el montón de faros que me quedan por contemplar alguna vez en la vida, hay, había, cuatro en los que tenía mucho interés. Repartidos entre Galicia y Asturias, para más señas.
Así que, este verano, cuando tuve unos cuantos días libres, decidí llenarlos de kilómetros y arranqué la moto rumbo a Calatayud, que no está precisamente cerca de la costa.

Antes de preguntar por la Dolores, me reuní con Loormelotte. Pero allí no se podían hacer las fotografías que queríamos hacer, así que nos fuimos al monasterio de Piedra.
Allí tampoco se podían hacer, así que terminamos sacando la moto del fango de la orilla de un pantano, arrastrada por un coche y ayudados por unas eslingas.
El asunto de las eslingas me ha recordado a Charley Boorman y Ewan McGregor. Están a punto de confirmar que vuelven a rodar una de sus historias y, a pesar de la disparidad de opiniones, a mí me parece una muy buena noticia




Estoy expectante por comprobar el revuelo que se va a montar porque, no nos engañemos, ellos tuvieron mucha influencia en muchos de los viajes que se hacen hoy en día con una moto trail. Si no en la forma, sí en la imagen que se da y en los accesorios que se utilizan. Desde hace tiempo, para ir a comprar el pan, uno sale preparado como si enfilara el largo camino a Mongolia. Algunos van a hacer su agosto.
Pero, además, estoy seguro, en lo que va a haber un cambio considerable va a ser en la tecnología. Long Way Round se grabó en 2004 y Long Way Down en 2007, año en el que se presentó el primer iPhone… con todo lo que eso significa.
Va a ser interesante ver cuántas cámaras de acción llevan en sus cascos, motos, maletas; cuántos drones van a utilizar, qué tipo de GPS, cómo utilizarán las redes sociales y cuántas pistas van a ir dejando en directo acerca del viaje, ya que, vayan por donde vayan, les va a resultar difícil que no nos enteremos en un santiamén.



Y pensando en lo magnífica que es la organización de un viaje (o documental) de este calibre, he llegado a la conclusión de que, imagino, en un sarao así se pierde toda la frescura que la improvisación lleva a casi cada salida, al menos en los mías.
A alguno le parecerá una locura, pero a mí me parece que la manera de llegar a algunos destinos es no habiéndolos programado.
De ninguna otra manera hubiera podido acercarme hasta mis cuatro faros cuando arranqué hacia Calatayud; si dependiera de haberlo preparado, no hubiera podido llegar hasta el cabo Silleiro, Arosa, Corrubedo, Ribadeo, Luarca y Busto.
Sí, seis, ni siquiera planeé bien que los faros fueran cuatro.
Y, me parece a mí, que esa es la cosa.



Publicado en Motoviajeros, agosto 2018