Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

viernes, 11 de diciembre de 2009

JOHN O´GROATS. El Principio o el Final




La carretera termina al llegar a John O´Groats…
Es un pequeño pueblo que no tendrá más de 20 casas. Está situado al norte de las “Tierras Altas” escocesas, las Highlands, y está considerado como el pueblo más septentrional de la isla de Gran Bretaña, no sin cierta polémica. Sus vecinos se dedican al pastoreo, agricultura o pesca. Alguno al turismo. Las vacas lanudas (highland cattle) merodean plácidamente el lugar.





Nadie hace ruido en John O´Groats. Ni tan siquiera el visitante. Sólo se escucha el silencio. El viento que, todos los días, sopla con fuerza y un campanilleo que llega desde una pequeña tienda de recuerdos regentada por dos entrañables ancianos también se pueden percibir. Viento y campanillas… eso es música. Estremecedora música. Sin duda es un lugar mágico.
Hay una estatua dedicada a Eric el vikingo. No es tan alto como parece. Se la dedicaron, quizás, por saquear el lugar; tal vez por ser “parada y fonda” en su travesía en pos del descubrimiento de Groenlandia. O por las dos cosas.





Desde allí, con algo de suerte si el día está despejado, se ven delfines o ballenas, focas y pingüinos. Porque estar, están. Como los duendes, hadas, elfos y otros pequeños seres que habitan Escocia. Nadie duda de su existencia aunque no se vean. Se perciben nada más llegar.
Asomado al mar se divisan multitud de islotes. Como en Cala Conta.
El viajero cree que difícilmente va a volver a llegar otra vez tan al norte. Aunque nunca se sabe. Después de 3000 kilómetros a través de España, Francia, Inglaterra y Escocia llegar a John O´Groats proporciona la sensación de haber hecho algo bien, proporciona descanso, paz , tranquilidad…
Pero también se plantea un interrogante en aquel lejano pueblo: ¿y ahora, qué? El camino se ha terminado. Sólo queda mirar atrás, volver. Por eso el descanso es aún mayor en John O´Groats. Los regresos no son queridos por quienes gustan de “quemar millas”, aunque siempre sean buena noticia.
Cuando finalmente el viajero debe arrancar otra vez la moto y apesadumbrado enfila de nuevo la ruta, la magia surte su efecto y una gran sonrisa alumbra su rostro. Delante de su manillar está tooodo el sur. Escocia, Irlanda, Gales, Inglaterra, Francia, España, África entera… Miles y miles de kilómetros, de curvas, de aventuras y de historias que recorrer, que contar.
Cuando el viajero miraba hacia el norte, hacia el mar, estaba de espaldas y no lo veía. La carretera no termina allí.
La carretera comienza en John O´Groats.



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