Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

miércoles, 14 de abril de 2010

De los viajeros y los amigos






Todo comenzó el día en el que mi amigo Havivi, Don Havivi, decidió irse él solo a dar una vuelta, en solitario, de varios cientos de kilómetros…
-¡jo qué morro!- pensé.
Y le amenacé con un -¡la próxima vez que te des una vuelta en solitario tú solo ya verás!
Y me acordé del día (¿día?) en el que le conocí, a las cinco de la mañana en una gasolinera a las afueras de Valencia a punto de emprender rumbo a Navalcán, a una reunión de Grandes Viajeros junto a Don Diego, otro Maestro. (veáse“un rodeo por Navalcán” de junio de 2008)
Así que olvidé algunas dolencias que me traían a mal traer, cogí a algunos de mis mejores amigos y arrancamos las motos rumbo al pequeño pueblo toledano.
Y subimos el puerto de Villatoro; y yo iba sonriendo. Y curveamos por el puerto de Menga; y yo iba muy contento. Y enlazamos con el puerto del Pico; y paramos en su cima; y apareció otro de nuestros amigos; y me di cuenta de que, yo, iba muy feliz aquel domingo por la mañana… mola eso de salir de ruta en solitario con los amigos!!!!






Desde allí hasta llegar a Navalcán sólo fue ir contando hacia atrás los kilómetros que quedaban…
… los que quedaban para reencontrarnos con nuestro anfitrión, Mr. Trailman, señor de los mil viajes, de las mil historias, de las mil anécdotas, de los mil consejos… sólo con leer su nombre ya me pongo en pie.
Y allí estuvimos comiendo y escuchando, con la boca llena de los manjares que Juanju había dispuesto para agasajarnos. Qué ratito más bueno disfrutar de tan grata compañía en el lugar al que siempre regresa el Gran Viajero…


(el aprendiz de viajero)


Y cuando nos hubimos empapado de sus experiencias y sabiduría (y cuando le hubimos vaciado la despensa) allí le dejamos atendiendo a sus huestes, que nosotros habríamos de seguir en busca de más curvas.
Y llegamos a un embalse muy molón.







Y tuvimos que comer en Candeleda

Y tiramos hacia territorios del Yuste, de la Vera, del Jerte… ay, qué paraíso… miles de curvas rodeadas de hermosa naturaleza, de preciosos pueblos… un entorno sinigual éste y mucho más si en los retrovisores aparecían mis amigos.
O yo en los suyos, que tanto da.







Y sin tiempo de llegar, de día, al Mirador de Tornavacas enfilamos el camino a casa, con la sonrisa de quien sabe que ha merecido la pena que se haya puesto el sol





Y todo gracias a la salida en solitario de Havivi, él solo…
¡tendrá morro el tío!




2 comentarios:

  1. Vaya cuatro..... qué encanto de personas.........besitos besitos...
    inmita

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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