Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

miércoles, 6 de junio de 2012

La carretera del café





Hace algunos años, cuando todavía dábamos pedaladas con relativa agilidad, algunos viernes íbamos por aquella carretera que bordea la costa entre pinos, eucaliptos y acantilados. El Cantábrico, casi siempre enfurecido y las montañas, viejas y cansadas de soportar las inclemencias meteorológicas, eran testigos de excepción de cómo subíamos y bajábamos por los cientos de repechos esculpidos por el asfalto sobre la cornisa que se asomaba al mar. Y cuando llegábamos al puerto de Lequeitio, con nuestra indumentaria ciclista, mientras departíamos sobre el bien y el mal, nos tomábamos un cafelito que , con el aroma de la amistad, nos sabía a gloria.

















Cuando el viernes pasado escuché rugir el motor de la Triumph Explorer en La Motocicleta, concesionario de la marca en Bilbao, la carretera del café apareció, como  por arte de magia, en sus retrovisores. Y allí estaba yo, con una sonrisa de oreja a oreja, entre pinos, eucaliptos y acantilados. La primavera nos acompañaba en este viaje.






El muy potente motor tricilíndrico empujaba con deliciosa finura mientas interpretaba una maravillosa banda sonora. Ajustados acelerones, potentes frenadas, curvas rápidas, curvas lentas… y la moto siempre en su sitio, con un aplomo impresionante y con una protección aerodinámica sobresaliente.







Todos los que me conocen saben que yo de motos entiendo poco. Distingo una que me vale de otra que no me valga, eso sí. Para lo demás, lamentablemente, no tengo sensibilidad. Por eso no puedo contarte nada de lo bien que funciona el cambio, de la suavidad del cardan, de la fuerza del tubo de escape, de cómo iluminan los faros, de lo fácil que va cuando termina el asfalto, de lo relajado que es el control de crucero, de las suspensiones o de otro montón de cosas  molonas y maravillosas con las que va equipada.
Pero si quieres saber mi opinión sobre la moto, te diré que no me gustó... 
¡Me encandiló!

Quién sabe si dentro de poco tiempo, mi compañera habitual de curvas no tenga acento de Hinckley...


Pero yo he venido aquí a escribir sobre la carretera del café, por si no te habías dado cuenta del título, y te digo yo, que aquel café que tomé en el puerto la semana pasada, mientras los curiosos observaban las potentes curvas de la Explorer, me supo a gloria...




16 comentarios:

  1. Cafeses de esos, me gustan ami....

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  2. Te invito a un café entre los acantilados de cabo de gata......;-)
    Besos de jabita y de mar.

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  3. Pues habrá que pasarse a conocer esa carretera y probar ese café... porque me has puesto los dientes largos!!

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  4. Ahora no se si comprarme una moto de esas........... darlme un rule por esa carretra.... o tomarme un cafe en mi pueblo.
    Saludos desde mojacar.

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  5. yo es que lo del café no me va, soy mucho más de buscar una Albanesa y que nos ponga unos gin-tonics... pero la moto sí que es muy bonita sí...

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    1. Nos ha jodío, donde esté una camarera que se quite una carretera!

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  6. Que maravilla de paisaje, de compañia, de moto y por supuesto, como no, de cafelito.
    Gracias por este corto pero intenso relato.

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