Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

viernes, 24 de junio de 2016

De la promiscuidad motera





Quizás algún observador se habrá dado cuenta de que en las últimas semanas he montado en un montón de motos que no eran mías. ¿Despiste en el garaje? Noooooo. Para que lo entiendas, será mejor que empecemos desde el principio de los tiempos:
Todo empezó el día en el que tuvimos que dejar a Billow en su concesionario de confianza para una pequeña puesta a punto. Lo normal cuando una es centenaria.
Para poder seguir con nuestro día a día, nos ofrecieron una BMW R 1150 R. Una moto muy molona, a pesar de que ya tiene unos cuantos años, pero nuestra unidad tenía algún problema electrónico o de otra índole que hacía que se encendieran luces y alarmas a cada kilómetro… como para ponerse a hacer pruebas.
Eso sí, volver a tener los interruptores de los intermitentes separados en las dos piñas, fue realmente emocionante.





Así las cosas, Borealis Motorent & Tours tuvo a bien que arrancara una de sus flamantes BMW R 1200 RT LC. Yo siempre he querido tener una de esas joyas, así que me venía de perlas el ofrecimiento. Y, te diré, arranqué tan contento que la autoridad de tráfico me obsequió con un recordatorio a modo de fotografía de momento tan jovial. ¿Esto no será así todos los días que se arranca una RT, no?


(Foto: Gobierno Vasco)


Lo primero que mola cantidubi es el arranque pro o como se llame esa cosa de arrancar sin llave. Por ser, es algo bastante superfluo en una moto (hemos conducido toda la vida girando la llavecita y no parecía tan mala cosa) pero después de varios días usándolo, junto al cierre centralizado de maletas y guanteras, lo apunto para incorporarlo a mi moto ideal de los sueños.
El motor poco me sorprendió, no en vano es como el de mi centenaria ADV, pero sí me pareció que la caja de cambios iba más fina que la mía. Se ve que la han ido perfeccionando y me parece un acierto, porque es de lo peorcito que tiene mi moto.
Conducir una moto con musiquita mola mucho. Es otro nivel. Vas tan feliz por las curvas escuchando la banda sonora que le vas a poner luego al vídeo para aburrir a todos tus amigos de Facebook,  pero en directo. Me encanta. Mucho más que hacerlo a través de los auriculares del casco. Apuntado también para la moto idílica de mis amores.






Pero puestos a hacer kilómetros hubo tres aspectos que no me hicieron tanta gracia:

1.- Las rodillas van en posición más flexionada que en la ADV. En tiradas cortas no se nota, pero cuando llevas un par de horas sobre la moto, te vas acordando de lo que mola una moto alta.

2.- Marta iba cómoda como una reinona peeeero… en carreteras de curvas el suelo le parecía que  estaba demasiado cerca. y no le gustaba mucho. Hummm… sobre este punto tengo que pensar un poco más...

3.- Y, la verdad, echo de menos las pistas.








Una semana después, decidí de una vez por todas, que la RT es una moto mega guay que no compraré nunca.



Disipada la duda de la RT me pareció interesante disipar la duda de la BMW S 1000 XR, así que me pasé por Borealis (Motorent & Tours) a ver si me la cambiaban para ir a Bielsa, donde se celebraba el Artic Pirineos en el que pensaba participar. Dicho y hecho.
Esta vez sin instantánea de recuerdo (espero) arranqué más feliz que una perdiz. ¡Qué moto! 
Los 4 cilindros de BMW son impresionantes, me encantan el motor, la entrega de potencia, la postura de conducción, la frenada, la suspensión…






¡Ah, y la caja de cambios! Qué cosa tan suave y fina… combinada con el cambio pro ni te cuento, le da mil vueltas a la del bóxer. 
Eso sí, al embrague hay que darle un par de vueltas más, porque si me dices que se les había olvidado poner uno y colocaron el primero que encontraron, me lo creo. Cosa tan floja, oiga.

Para viajar como a mí me gusta viajar, no me sirve esta moto, pero si no, sería sin duda una de mis motos favoritosimas. Qué motor, qué motor…
(Apunto el motor y la caja de cambios para mi moto de encargo)











Una vez en Artic, Fran (de Borealis) (Motorent & Tours) me ofrece su Africa Twin. Con las ganas que tenía yo de probar la moto, como para decirle que no.
Por primera vez en mi vida en este planeta, aquello de primera para abajo y las demás para arriba no vale. La moto tiene el sistema de cambio DCT. Mejor aún.





Los primeros kilómetros por carretera no me hacen ninguna gracia. 

Volver a una rueda de 21” montada con tacos no es una invitación a darle mucha caña desde el primer kilómetro. Pero un poquito más allá abandonamos el asfalto para adentrarnos en una preciosa pista de piedra. ¡Qué tortura! 

Cada vez que arrancaba la moto había que pulsar un montón de interruptores para que la moto fuera por bien por pistas, sin ABS trasero, con el control de tracción que yo eligiera, en manual o automático y no recuerdo qué cosas más. Como se te olvidara activar o desactivar cualquiera de los sensores te arriesgabas a hacer un buen tramo en primera, o tractoreando o frenando muy malamente. Y lo malo es que cada vez que apagas la moto no queda guardada la configuración... Punto muy negativo éste, para mi gusto.







Pero, unos cuantos baches y piedras más tarde, le fui cogiendo gusto a la cosa y… qué maravilla de moto. Lo que en un principio era una tortura se tornó en una delicatessen.

 Terminé yendo muy deprisa (bueno, para las cualidades que tiene uno, claro) por las pistas pirenaicas para arriba y para abajo. Muy divertido el juguetito. Potencia suficiente, docilidad, ligereza y un sistema de cambio que cuando le coges el punto es toda una delicia.
No me gustó demasiado que no guardara las configuraciones, la ausencia de maneta de embrague en las curvas muy cerradas (además entraba primera y la experiencia era un tanto rara, aunque seguro que con kilómetros se soluciona), la manera de accionar el freno de mano y que cuando uno para la moto se queda en punto muerto. Tendrá que ser así, pero a mí no me gusta.
Algunas protecciones para caso de caídas tontas o no tan tontas no estaría muy de más en una moto con aspiraciones a muy campera.

Moto muy molona y divertida a la que le fui cogiendo mucho más cariño según iban pasando los divertidísimos kilómetros. 
Apuntado el DCT para mi moto ideal.








Y como en el Artic Pirineos estaban las 3 ducatis multiestrada enduro que tiene a prueba Enduro Park, acepté la invitación de Roc para darme un paseo en una de ellas. Antes de montar, me extrañaba su insistencia en que me tenía que explicar cuatro cosillas, pero lo entendí en cuanto empezó con las explicaciones. Esta extraordinaria montura, tiene tanta electrónica y tantas posibilidades de tarado que bien merece la pena pasarse un rato toqueteando antes de arrancar. De hecho, me parece que ése es uno de los puntos fuertes de la ducatona.







Por quitarme el mal sabor de boca, enfilamos (junto al equipo Borealis en otro par de MTS) la misma pista con la que estrené la Honda el día antes. Ciertamente no fueron muchos kilómetros para obtener un veredicto con garantías, pero hay que reconocer que, superadas las vibraciones que el motor transmite a través del asiento, me pareció una moto con muchísimas posibilidades. Un motor poderoso, una suspensión suficiente y una frenada muy acertada, me parecieron ingredientes interesantes para añadir a mi moto perfecta... como para quedarme con ganas de hacer muchos kilometros más con esta joya. Muchísimos kilómetros más, tal vez.



                                                                                                (foto: Andoni Gascón)


Y luego, ya, volví a rodar con mi centenaria.


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