Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

sábado, 21 de abril de 2012

En algún lugar de Chequia...






... Allí estábamos los tres, encerrados en un solitario aparcamiento, a veinte kilómetros de Brno, mientras se acercaba el ocaso del día. Miquel Silvestre estaba tan contento porque había encontrado la llave de su moto. Hacía fotos a diestro y siniestro, de esas cosas inapreciables que los demás no vemos y él sí. Yo también estaba muy contento, primero, porque no había perdido la llave de mi moto. Segundo, por no tener la llave del aparcamiento. Tercero, porque el destino puso a aquella motera húngara, de hermoso contorno y suave cutis, a la misma hora y en el mismo lugar que nosotros (lo que viene siendo que también estaba encerrada en el aparcamiento). Yo viajaba con una tienda de campaña de dos plazas y a Miquel le encanta pasar las noches contando estrellas…
Con cara de preocupación (fingida) le expliqué a la motera húngara, de hermoso contorno y suave cutis, que aquel candado parecía de acero de Bilbao. Por desgracia, fingida, eso no lo fuerza ni McGuiver, asentí. Le expliqué que llevaba una tienda de campaña entre mi equipaje y que no se preocupara por Miquel, que le gustaba contar estrellas. Su cara de preocupación (de la motera húngara de hermoso contorno y suave cutis) no parecía tan fingida como la mía. No lo entiendo.
Al volver a nuestras monturas me di cuenta de que Miquel Silvestre no estaba. Cuando en semejante situación pierdes de vista a un tío que ha recorrido más de sesenta países, es como para no fingir la preocupación.
Fue entonces cuando, a lo lejos, escuché un grito. Sin duda era Miquel… pero, para que no te lies, será mejor que te lo empiece a contar todo desde el principio de los tiempos.

2 comentarios:

  1. En un lugar de la Mancha,...... vive una hidalga de las que en su juventud pasó días y días viajando (coche) y ahora pasa horas y horas trabajando.
    Es, pues, de saber que ésta sobredicha hidalga en sus eternas horas de despacho se dá a leer blogs, libros.... de viajeros incansables en moto. Se ha creado tanta aficción y gusto que olvida casi de todo punto a su alrededor. Y llega a tanto su curiosidad, sus sueños, su imaginación en ésto que quiere crear más y más empresas para poder seguir comprando libros y más libros de aventuras motoristas.
    En resolución, ella se enfrasca tanto en su lectura, que se la pasan las noches y los días leyendo, y lo mejor es que consigue contagiar a su alrededor.
    Menos mal que ésta hidalga tiene buen nombre y buena reputación en ese lugar de la Mancha si no pensarían que perdió el norte por los libros de viajes en moto.
    Aunque a veces se queja de que la falta en sus estanterías el libro "el escondite de los viajes".
    Será por que no está editado???, o será que está tan escondido que no lo ha podido encontrar???

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