Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

jueves, 6 de mayo de 2010

El olor de la lluvia en primavera



Cuando mi moto me adentró en Bulgaria todavía podía sentir el bullicio de Estambul, sus callejuelas, su gente, su cielo “amezquitado”, su olor…
Y uno siente desolación al cruzar la frontera. Los pueblos son grises, vacíos, sin vida… fábricas abandonadas, cristales rotos, hierros oxidados…
El cielo, por primera vez desde hace 6000 kms, también es gris… hace frío.
Los coches son antiguos, las carreteras están parcheadas, los edificios agrietados.



Con tal variedad de tonos grises comienza a llover. Primeras gotas del viaje.

El campo está verde.
Me encuentro un anciano y me saluda. Y otro y otro.
Me adelanta un motero y celebra mi viaje. Y otro y otro.
Me cruzo con un coche y la conductora me sonríe. Y otra y otra.
La gente es amable en Bulgaria, mucho. A pesar de las penurias.
Y sigue lloviendo.

El campo comienza a desprender olor a mojado… ese olor a lluvia en primavera.
Bulgaria, un país tan gris, a pesar de todo, huele a primavera.
Tal vez por la lluvia, tal vez por su gente.
Tal vez.

4 comentarios:

  1. Sigue tus caminos y nunca te vuelvas bulgar!!

    P.D. Y pensar que de vuelta estaras al otro lado de la costa!!!

    ResponderEliminar
  2. Tal vez, Bulgaría no sea tan gris. Probablemente todo se deba a que ese día tus ojos eran simplemente los labios de tu espíritu.

    Tu mente y espíritu se quedó en Istanbul. Abre nuevamente tu espíritu y en tus ojos volverá la primavera...tal vez.

    ResponderEliminar
  3. Por qué ya no hay más publicaciones?

    ResponderEliminar