Siempre regreso feliz de mis viajes, porque vuelvo; y triste, porque regreso. Después los guardo en este escondite; para que no se pierdan, para que nunca terminen.

lunes, 18 de enero de 2010

El Poeta de las Tuercas






Apenas quedan talleres como los de antaño... aquellos en los que se vivía la moto, en los que la relación con el cliente no era puramente mercantil, en los que entendían que aunque llegase la hora de cierre, si hay que acabar una máquina, hay que acabarla; y si hay que ir a trabajar un sábado, hay que ir, puesto que de las manos del experto depende en muchas ocasiones que los demás podamos llevar a cabo nuestros sueños. O nuestros viajes, que lo mismo son.
Muchas tardes de invierno, cuando es invierno, o de verano, si es verano, cojo mi moto y me planto en CicloSport, mi taller de confianza. Al llegar siempre hacemos la comprobación de los niveles de líquidos, y si tengo alguno bajo me ofrecen una cerveza que acepto sin rechistar. Después intentamos solucionar el mundo y lo mismo aclaramos la crisis internacional, debatimos acerca de mujeres difíciles, estudiamos guardarraíles asesinos, observamos que en esta vida hay que trabajar muchos lunes y muchos viernes, resolvemos que en Ibiza lo ideal es circular a 160 km/h (a 100 por las rectas y a 60 en las curvas), discutimos a cuenta de “sultanes falsos”, recetamos que para la inflamación de los pies lo mejor es la arcilla verde o charlamos de cualquier otra cosa que en ese taller, entre amigos, puede parecer lo más importante del mundo. Pero filosofando entre tuerca y tuerca, hay una conversación que a Jaume Torres le hace perder la concentración: los viajes en moto.
No sé si le gusta más escuchar historias de viajes realizados o proyectos de viajes por disfrutar. Probablemente las dos por igual. Cuando vuelvo de la Península acudo puntual a contar, primero que he vuelto –que no es poco- y después las peripecias que él siempre escucha atento y satisfecho. A veces he llegado a pensar que se toma mis viajes como si fueran suyos. De otra manera no se explicaría el entusiasmo con el que nos han dado las 11 ó 12 de la noche en más de una ocasión terminando de ajustar con mimo la moto para zarpar el día siguiente, como si cada vuelta de tuerca fuera un verso, como si del tubo de escape se escapara un poema; o el cariño con el que me prepara un “botiquín” de primeros auxilios para la moto y los mil o dos mil consejos que me regala por si pasa esto o lo otro ¡Jaume, si sabes que yo soy incapaz de arreglar un pinchazo no insistas que ya no voy a aprender!
Y si durante los viajes alguna vez me ha hecho falta asistencia mecánica yo no llamo a la grúa ni al servicio que me ofrece BMW; yo llamo a Jaume, así sea domingo y le tenga que despertar de la siesta (valiente que es uno). Si no lo hubiera hecho, no hubiera terminado la vuelta a la Península el año pasado (ay, ese líquido de embrague nos va a matar), o me hubiera preocupado mucho más por el aceite que perdía “Sultana” por San Sebastián hace ya varios años.
Y por aquel taller, como los de antaño, por el que han pasado casi todas las motos con solera de Ibiza, e incluso alguna Ducati, allí donde hemos visto sonrojarse por sus travesuras a una famosa Guzzi, alli, digo, entre vueltas y vueltas de tuerca, mientras Sofía Loren nos escuchaba, o Cuca nos ladraba, solucionando el mundo y viajando por él lo que nos han dejado, se ha ido forjando nuestra amistad. ¿Otra cerveza? Sí, y brindo porque la paciente Antonia nos siga perdonando los deslices horarios.
¡Ah! Y de todo lo que podría agradecerte, Jaume, sólo te voy a dar las gracias por unas maletas; las que subiste aquel día a un barco cuando yo no podía hacerlo. Eso vale más que todos los ajustes de válvulas del mundo.
Medio año más tarde te envío un abrazo, esta vez sí, por fin, desde estos bellos y nevados Alpes.



8 comentarios:

  1. Buen relato maestro.
    Me ha recordado que yo tambien tengo el privilegio de tner un mecanico de la vieja escuela, un taller de los e barrio
    como antes. Esta en Valencia, y trabajan para mi en Sabado
    Me copio la foto que posas con esa flamante k

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. http://elesconditedelosviajes.blogspot.com.es/2010/01/las-arrugas-de-sofia-loren_27.html

      Kuk, esa moto está bautizada como Sofía Loren... sueños de juventud ;-)

      Eliminar
  2. Como molan esas talleres. Pero nuestra gran sociedad los está perdiendo. Cada vez hay más cambiadores de piezas y menos mecánicos moteros. Y curuoso que donde más te los encuentras es fuera de casa y desconocidos. Pero cuando encuentras ese mundo te da pena abandobarlo aún a miles de kilómwtros de casa. Vsss

    ResponderEliminar